Se
desató una pluralidad de formas y estilos.
Como en
toda época, una parte del cuerpo femenino llamaba la atención por
sobre el resto y los trajes y vestidos se encargaban de
resaltarla.
Esta vez
fue el turno de las nalgas, las que se lucían con ajustados
pantalones.
El ser
extremadamente delgada, sin pechos ni caderas prominentes, eran la
herencia dejada por el culto a una belleza anoréxica cuya
principal exponente fue la modelo inglesa Twiggy.
Hacia
finales de la década, la irrupción de los brillos y bailes de
"Fiebre de Sábado por la noche", la película de culto
del momento, trasladó la vida hacia las oscuras horas nocturnas.
La diversión, la música con ciertos toques electrónicos, las
discoteques y las luces hiperkinéticas hicieron de la moda una
fiesta.
El
algodón fue desplazado por la lycra y las ojotas de cuero dieron
paso a las botas y zapatones de tacón tipo sueco, con una altura
exagerada.
La
sencillez del maquillaje y el pelo lacio y suelto, se transformó
en una producción multicolor y estrafalaria de estilos y formas
más complejos y despampanantes.
El pelo
crespo y voluminoso tipo Donna Summer o Jackson Five, guiaban la
estética mientras la música "disco" de grupos como
"ABBA", "K.C and The Sunshine Band" y Gloria
Gaynor entre otros, hacían vibrar a una generación que quería
pasarlo bien.
Derivando
de este estilo estrafalario y original, nació una corriente que
fusionó los colores de ésta con el inconformismo de los primeros
años. Fue así como a principios de los 80 el "Punk"
irrumpió en las calles de Gran Bretaña.
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